LA FOCA SILVERO DE AIRES PUROS DE MONTEVIDEO
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El Motorista del Pueblo en la Pluma y la Palabra
Nacido en el barrio Aires Puros, recayó en Libres para convertirse en poco tiempo en el motorista del pueblo.
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Todo oriental orgulloso de la tierra en que nació debe portar un frondoso bigote que acredite su nacionalidad más allá de lo que diga la cédula. Aquel botija hoy ya Don S.. Como buen oriental, no es la excepción. De allí el apodo cariño de la “FOCA” de Montevideo.-
Cruzó el charco y se vino a vichear por estos lados del Paso de los Libres. Cuando aún andaba por su temprana juventud empezó como cajero de la Red Megatone una multinacional que abrió en el pueblo allá por la década de los 90, año 1997. Trabajando en la esquina del mundo comenzó a tomarle el gustito a la noche y sus placeres.-
Cuando comenzaba el siglo XXI, el joven “Montevideño” se independizó y comenzó a trabajar por su cuenta como motorista de un Fiat Duna. Aquel mítico, noble y más emblemático modelo de la marca italiana en Argentina. Vehículo de los años 80, que supo llevar a cientos de trabajadores, profesionales y jóvenes libreños a sus lugares de destino. Las calles la seguridad del transeúnte ya no serían las mismas.-
Hizo al otro lado del Arroyo La Despedida casa de amigos. Se instaló en una zona que hizo historia por mucho tiempo, las Lomas Valentinas de la ciudad de Paso de los Libres. Esto era donde hoy se conoce como El Ombucito. De alguna manera era la orilla de la localidad. La Foca empezó a disfrutar de la vida a su manera. Era muy solidario con el humilde y con los sedientos. Pero se daba ciertos gustos como los que brinda el amanecer tomando una Brahma Chopp, centenaria cerveza brasileña nacida en Rio de Janeiro. Esa zona prácticamente era suya donde organizaba fiestas populares, grandes asados y locreadas, que más que nada, servía para juntar a los borrachines de los alrededores. En una palabra; cuando LA FOCA emprendía algo, no se andaba con chicas. Decir La Foca, era decir “Ombucito”. Amigo de todos pero algunos de ellos, incondicionales de la sed, donde él se recostaba en momentos especiales y luego de varios cajones de chevas. ¡Bo me entendes!. Y no es un error ortográfico señores de estas líneas, pasa que lo escribo con b por la contracción de botija como todo uruguayo. Pero se sabe que algunos lo hacen con v por ser una declinación del pronombre vos.-
Siempre estaba dispuesto al sacrificio para dar al necesitado y cualquiera fuese la hora, arrancaba su auto y salía picando a solucionar problemas ajenos por falta de stock de unas pale lager.-
Esta es LA FOCA, un personaje que llueva o truene, siempre está sentado comiendo un asado en lo de Juanjo. Hace unos cuantos años que se “adueñó” de ese lugar. Es como decir, que esta insertado y ya forma parte del paisaje de la zona, Kilometro 5 antigua 40, la sucursal del cielo de Curuzú Cuatiá, lugar donde caen todos los timberos y menesterosos de alrededor.
El motorista las manos que conducen la ciudad. La responsabilidad es muy grande. Entre ellas que la bebida no llegue caliente. La Foca que no es psicólogo pero sabe escuchar y presta atención a los fracasados económica o sentimentalmente que se acercan al fogon. No es guía turístico pero se conoce todos los butecos abiertos en épocas oscuras. No es historiador pero se llena de cosas para contar después de un escabio.
Tantas anécdotas cuentan quienes viajaron en su destartalado auto Volkswagen Gol (Alemán puro), como cuando decía “cuidado chino, no te recuestes que la puerta se abre y te podes caer” o cuando hacía una “paradita” solo para una rápida “meadita” detrás de un árbol salvador. La Foca siempre sorprendía con algo a sus fieles pasajeros. A quienes por siempre elegirlo les regalaba una anécdota para contar. Como aquella noche como tantas en la esquina de Colón y Rivadavia. La gente tomaba su cerveza en la mítica esquina de La Garavano. Sin advertir que a pocos metros fiel a su vocación de servicio, en su parada de Cremolatti estaba este personaje entrañable de la historia del Rincón de San Jorge. Una figura romántica que ni bien uno parpadea se lo puede ver por calle Colón con un tubo de envase de plástico vacío buscando algún lugar para llenarlo con el néctar de los dioses.
Sus conocidos le tienen una gran estima, y la confianza del mundo, a tal punto que se le encarga de hacer los mandados a algunos de ellos y el transporte de sus seres queridos. Sin importar su dos punto cero de graduación alcohólica en sangre.-
Día a día se ubica y hace acto de presencia en una parte del Ombucito, donde encontró ese calor tan cálido, que no pudo hallar en otro lugar y a la vez rodeado de varias frías como su compañera de varias lunas su amante Brahma.
En la papeleta figuró como Marcelo y en los recuerdos seguirá registrado simplemente como LA FOCA de Montevideo, el motorista del pueblo.-
No sé si tendré la suerte de volver a encontrar a este laburador, pero me fui convencido que nunca más lo voy a olvidar ni del escabio que tenia
Si usted transita por el Kilómetro 5 antigua 40, o por la antigua calle Real (hoy Colón), va a observar que: cerca de alguna vinería, a escasa media cuadra de algún 24 horas, en pleno corazón del Mercosur; a don Marcelo S., más conocido como “LA FOCA”, chupando del pico una cerveza, manejando su automóvil oxidado, en plena intemperie y a cielo abierto para ganarse la vida.
Estas cosas increíbles, rozando lo absurdo, lo desatinado, lo extravagante, que los vecinos de esta frontera vemos todos los días; hacen de Paso de los Libres un lugar distinto, donde siempre encontramos estos raros personajes que son los actores principales de relatos como este.
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